Hoy…afortunadamente, me toco actualizar Windows, tarea que aborrezco por la lentitud con que se realiza, pero no es que no me guste la sencillez, ya que en par de clicks elijo lo que quiero y lo demás…no importa, pero aunque no tenga que pensar, aunque es una tarea automática, ya me parece que andan subestimando al usuario, encima de que es tedioso porque TARDA…(SÍ, TARDA, ya sé de todos modos que me van a tomar por impaciente hasta probar Linux :P) resulta que al señor Bill, sí, a Bill aunque ya no esté, porque el Windows XP se hizo bajo su dirección, se le ocurrió la fantástica idea de que la actualización no termine si en pantalla no se muestra la ventana en cuestión (o sea obligatoriamente tenemos que ver esa fastidiosa barra de «progreso»(?) cuyo contenido es una serie de cuadrados que corren sin fin- me ahorro comentarios-.
Y no sólo eso, señores, no sólo eso, porque eso nada más no enseña a ser demasiado pacientes y a odiar las animaciones que representen barras de «progreso»(?)
Sino que lo que principalmente me molesta…me molesta y me pone de la nuca,que estés obligado a reiniciar por cualquier cambio que hagas (y mis discos gimen, pidiendo que les deje en paz: cuanto menos reinicios y apagues súbitos para un disco duro, mejor) , que cada nueva cuenta que crees se ponga como administrador…(o sea en vez de un jefe que sean varios eso dificulta las tareas a la hora de saber quién y qué cambios se realizaron) y que cuando creás una nueva cuenta…¡se crea sin contraseña! ¡sin contraseña!
Un administrador sin contraseña…¡horror de horrores!
En fin, ahí recordé por qué nunca extrañé Windows 🙂